Útiles escolares, la preocupación de todos los años

Por: David A. Gómez Ferreira

Inicia el año 2016, y con él, la “conduerma” de los padres y madres de Colombia. Hago la apostilla por la inadmisible lista de útiles escolares que anualmente “rompen el bolsillo” de las familias de manera innecesaria y onerosa; lo inaceptable, es que no son opcionales sino imperiosas por algunas escuelas en nuestro país.

Aunque el Ministerio de Educación Nacional (MEN) y las Secretarías del Ramo, han tomado medidas para controlar esta exagerada petición, en algunos casos pretenciosa, de instituciones oficiales y privadas, sigue en aumento esta anomalía pareciendo un cuento de nunca acabar. Todos estos planteles educativos que incurren año tras año en esta irregularidad, persisten sin tener vigilancia, en obligar a los padres de familia a comprar en lugares específicos y de manera  extrema, los útiles escolares, uniformes y elementos de aseo para sus hijos; lo que para ellos, se convierte en un requerimiento superfluo y abusivo.

La Superintendencia de Educación y la defensoría del pueblo emitieron desde años anteriores, una comunicación donde se prohíbe la exigencia de marcas de uniformes, textos y útiles escolares, y llamó a los padres de familia a denunciar estos abusos y a los establecimientos educativos a cumplir con la normativa; no obstante, muchos colegios se han hecho la “oreja sorda” y hasta el “sol de hoy” dan como precepto las indicaciones de qué comprar y dónde comprar los útiles y uniformes para el año lectivo.

Casos como los ocurridos hace tres años en Cali, son un claro ejemplo del contenido absurdo de  las listas de útiles escolares, “La madre que le tocó comprar un jabón de baño, una tabla para picar, galones de pintura y brochas”; “a los padres de familia que en la lista de útiles de su hijo le pidieron un neumático usado y en buen estado referencia Rin -14”; “En una institución pública le pidieron a cada estudiante de primero de primaria, diez rollos de papel higiénico blanco, elementos como baldes de aseo, un metro de tela para estampar, un juego de cien marcadores de todos los colores y puntas de diverso grosor, una memoria de dos gigas de una marca específica”. Lo lamentable es que estos penosos casos se presentan, precisamente en Colombia.

Según el MEN, “los colegios no pueden obligar a los padres o familiares a comprar determinadas marcas de útiles y elementos educativos en determinados locales comerciales, excepto si existen razones de carácter pedagógico, sanitario o de otro orden”; y anexa que “los colegios pueden recomendar, pero nunca obligar a la adquisición de determinadas marcas”. ¿Será que todas esas desatinadas listas de útiles escolares como las de Cali y las demás ciudades implicadas en la investigación, tienen un carácter pedagógico?

Pese a que el Gobierno ha expuesto estas normativas, aún muchas escuelas siguen incumpliendo sin importarles las sanciones a las que se exponen de hasta más de 120 millones de pesos y el cierre éstas, si son reincidentes. Recordemos que para enero de 2014, las denuncias del abuso de los colegios comprometieron a 13 instituciones, la mayoría fueron de Bogotá, seguidamente Santa Marta, Cúcuta, Pereira, Villavicencio, Cartagena, Popayán, Puerto Asís y Soacha. Lastimosamente el Magdalena, está en esa deshonrosa  “lista negra”.

Dice un dicho popular: “No hay que tapar el sol con un dedo”. En el Magdalena como en otros Departamentos, muchas escuelas fundamentan sus criterios para la compra de los textos escolares, con que son modernos, bilingües, actualizados, pero la realidad es otra; la competencia de las casas editoriales como forma de asegurar la compra en los colegios, motivan a las escuelas con obsequios o prebendas incluidas al adquirir un libro, tales como CD’s, memorias USB, libro del docente, entre otros, sin verificar detalladamente el contenido teórico-práctico del texto, por tanto, exhortan a los padres de familia a comprar ese en particular.

Como si fuera poco, no basta que el Magdalena en educación ocupe y se mantenga el deshonroso penúltimo puesto con el 12%, que existan “niños fantasmas” por el abandono escolar, que no se cuente con bibliotecas ni comedores escolares, para que ahora, en este año 2016, la Comisión Tributaria le recomendara al Gobierno, imponer el Iva del 5 por ciento a los útiles escolares; lo que conllevaría al aumento de la cifra de los niños por fuera del sistema educativo y el incremento del índice de abandono. ¿Será que con este gravamen, están pensando en la situación económica de los padres de estratos 0, 1 y 2 o de las escuelas rurales?

Basándose en la anterior recomendación de la Comisión Tributaria, no se hizo esperar la Ministra de Educación, Gina Parody, quien rechazó la anterior propuesta porque según ella,  “es agresiva y afectaría a miles de padres que hacen esfuerzos para enviar a sus hijos al colegio”. Asimismo, los expertos también se pronunciaron, manifestando que “no se compadecen los esfuerzos del Gobierno por aumentar la cobertura y la calidad, con este tipo de medidas”. Con esto que recientemente se “cocina” en la política educativa, conocido como platillo favorito: “Educación de Colombia en Bandeja”, los padres de familia están cada vez más preocupados por la educación de sus hijos y por lo que le depara a aquellos infantes pertenecientes a sectores vulnerables de nuestro país.  

Por todo lo anterior, y para que no se presenten más abusos en la petición de útiles escolares, los rectores, directivos, docentes y la junta de padres cada año, en concertación, deben ser quienes establezcan cuáles son los útiles requeridos para cada nivel escolar que se oferte, para que los padres de familia no estén bajo “camisa de fuerza” en la compra de los útiles y su dinero sea invertido en la educación de sus hijos al costo real. Pero aclaro, padres de familia, todos los materiales considerados esenciales en la lista de útiles escolares, deben ser provistos para el desarrollo de los programas académicos de las instituciones educativas y la calidad de la educación de sus hijos; ante la dificultad económica y el mayor obstáculo, siempre será menester la educación de los infantes. Termino aludiendo a las palabras de Tomás Bulat, “Cuando se nace pobre, estudiar es el mayor acto de rebeldía contra el sistema. El saber rompe las cadenas de la esclavitud”.