jueves, 27 de enero de 2011

¡O avanzo o me estanco!

Por: David A. Gómez Ferreira

Desde hace algunos años la manera de enseñar y aprender ha ido cambiando aceleradamente, ya que se han venido implementando innovadoras estrategias por parte del gobierno nacional que promueven el interés de los que, por condiciones político-sociales no acceden a la educación básica y media; pero si llevan consigo la esperanza de que exista una transformación de consciencia en el país.

Este cambio metodológico, positivo para la educación en Colombia, se debe además, a la influencia de los avances tecnológicos que ha generado el mundo global, los cuales incentivan a la cualificación de profesionales en la materia, como la  práctica que demanda compromiso y responsabilidad, atendiendo a las exigencias de la educación actual.                                  
Si bien es cierto que la “deserción escolar” o mejor el “abandono escolar”,  para no darle terminología militarista, y los bajos niveles en el ranking educativo a nivel nacional son alarmantes y de gran preocupación para el departamento, nos encontramos en la penosa posición de penúltimos desde hace ya mucho tiempo, lo cual llega a generar preocupaciones y conllevaría a pensar que será de las próximas generaciones si no alcanzamos unos significativos niveles de desarrollo y educación comparados con los países del primer orden.

Para Eduardo Aponte Rodríguez, en su artículo “Deserción Escolar” manifiesta que es importante destacar que este hecho que se da a diario en las diferentes escuelas y en diferentes clases sociales, tiene diversas causas que concluyen en la deserción misma, y que todos podemos ser protagonistas o causantes de dicho fenómeno. Con base a este aporte de Aponte, es claro que tanto la familia como la sociedad juega un rol importante para solucionar dicho problema, las manifestaciones de apoyo o rechazo  de cada uno de estos actores contribuirán positiva o negativamente a esta población, en lo que debemos pensar es de que manera somos protagonistas, recordando que ya no es sólo problema de los infantes sino de todos.

Con el pasar de los años, se han venido generando propuestas desde las universidades, entidades internacionales y organizaciones no gubernamentales, para solucionar las diversas problemáticas educativas pero evidentemente un cien por ciento no han sido los resultados, por ejemplo el Magdalena,  departamento que lastimosamente sigue ocupando los vergonzosos últimos lugares en materia de educación.

Muchos de estos factores negativos inciden directamente con los sistemas y las formas de evaluación de los estudiantes, que sólo se limitan a corregirlos y juzgarlos académicamente no a que ellos mismos conozcan su fortalezas, debilidades y puedan ser capaces de buscar sus propias maneras de afianzarlas o superarlas.

Como referencia, Orlando Fals Borda, alude a la interacción del estudiante en su proceso de aprendizaje, quien debe ir más allá sus vivencias escolares con el fin de ganar una visión interior completa de las situaciones y procesos estudiados, y con miras a la acción presente y futura. Esto implica que se involucre como agente dentro del proceso que estudia, aprendiendo así no sólo de la observación que hace, sino del trabajo mismo que ejecuta".

Por consiguiente, la aplicación de estos procesos, en la forma que normalmente se hace, es inapropiada y muy subjetiva, ya que lo que hace es complejizar más las condiciones escolares de los estudiantes, y más aún, cuando pertenecen a una población que ha sido azotada por el verdugo social que desde hace décadas posee el país.

Realmente, se debe pensar si para solucionar esta anomalía educativa se está sensibilizando de manera adecuada a los orientadores, para que exista en ellos el interés de lograr que los estudiantes estén a disposición de asistir a las clases, aprender, desarrollar y alcanzar las metas que se propuestas, pero eso si garantizando la permanencia dentro del sistema escolar.

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