Por: David A. Gómez Ferreira
@davidgomezf
En todo un “argumento
bizantino” se convirtió la propuesta de modificar el Artículo 14 de la Ley 1146 del 2007. Así lo demostró la
Corte Constitucional al fallar en contra y, mantener la cátedra de educación sexual
como obligatoria sólo para la educación secundaria y universitaria y no, para
los niveles de preescolar y primaria.
Esta inadmisible
proposición desató una disputa por la razón, a la altura de los programas
humorísticos de Hollywood, entre la ministra de Educación, Gina Parody y el
procurador general de la Nación, Alejandro Ordoñez. Ella, aseguraba que “con la
implementación de la cátedra se podría prevenir la
violencia sexual y aumentaría la atención integral a los niños víctimas de
abuso sexual”; él, por el contrario, sustentaba que “impartir estas clases a
los más pequeños generaría “consecuencias indeseables” e “incentivaría la
curiosidad hacia conductas sexuales, acelerando la vida sexual de niños y
adolescentes”. Para mi concepto señor Procurador, como le diría Lucas Tañeda a
Chaparrón Bonaparte, “Estás en lo cierto”.
Este fallo de verdad,
me deja tranquilo. No comprendo cuál es el afán del Ministerio del Ramo, de
proponer iniciativas caprichosas, cuando hay muchas anomalías y necesidades educativas
en las instituciones colombianas que deben ser atendidas “ipso facto”, y no
malgastar el tiempo o “quemándose el cerebro” en propuestas absurdas que
traerán consigo el aumento de la problemática más no, la solución. Acepto la
opinión de la Ministra, entiendo su preocupación. Pero comparto el sentir del
Procurador.
Asumo esta posición,
primero, porque las instituciones deben contar con profesionales expertos en el
tema para dictar esta cátedra de Educación Sexual a los más pequeños, que
posean conocimientos de pedagogía, lúdica y didáctica, que utilicen el lenguaje
y las actividades adecuadas, acordes al nivel de instrucción de los infantes (Colombia
no cuenta con la cantidad de expertos en educación sexual para el número de
instituciones en el país); termina entonces, el Estado atribuyéndole esta
responsabilidad a los maestros y maestras de estos niveles educativos, quienes no
poseen los conocimientos y no está dentro de su competencia o pertinencia, atender
los casos que se presenten en sus estudiantes de violencia o abuso sexual. El
docente debe detectar y reportar, más, los especialistas y las autoridades
competentes son las que deben actuar psicológica y legalmente.
Segundo, quisiera conocer
de parte de los “peritos” en diseños curriculares del MEN, el contenido
temático que habían pensado para la Cátedra, me pregunto ¿qué le iban a enseñar
a los niños y niñas durante todo el año? ¿cuál iba a ser la intensidad horaria?
¿cuál iba a ser la forma evaluativa y la metodología? ¿Bajo qué estándares se iba
a en marcar? o es que ¿sólo se iban a dedicar a enseñarles a reconocer su
cuerpo, a no dejarse tocar por extraños y autocuidarse? ¡Esto se enseña en la
casa!
Y tercero, en la etapa
de preescolar y primaria, todavía el niño presenta un alto grado de ingenuidad que
debe ser guiada y vigilada por los padres y la escuela; por tanto, como lo
expresó el procurador Ordoñez, no se puede acelerar la vida de los niños, mucho
menos despertarle la curiosidad en cuanto a la sexualidad. Todo tiene su
momento. Los responsables de la vida íntima de los niños son indudablemente los
padres, que los niños sean víctimas de violencia o abuso sexual es descuido de
ellos, su obligación es acompañarlos en todo sentido en los primeros años de
vida.
Finalmente, lo que se
debe hacer es vincular a los padres o acudientes a este proceso de formación
relacionado con la educación sexual de los niños, no dejarle por completo la
responsabilidad en una cátedra a la escuela; se debe concebir como una acción
recíproca. En los primeros años de vida, el niño aprende en su hogar, éste es
su primera escuela; que él diga ¡buenos días!, ¡gracias!, ¡por favor! es
enseñado en el núcleo familiar, es allí donde se le enseña a tener educación y
buena conducta; y es allí, donde él adquiere conductas de orientación sexual y
autocuidado. En la escuela se refuerza. Soy consciente de la lamentable
situación económica que viven muchos hogares colombianos, más aún, si
geográficamente residen en áreas rurales. Muchos hoy día, son “absorbidos” por sus
compromisos laborales lo que no les permite compartir o dedicar más tiempo a
sus hijos. Asumir esa gran responsabilidad de formar íntegramente al niño,
requiere de mucho amor, comprensión y respeto.