miércoles, 18 de mayo de 2016

Educación sexual: de la casa a la escuela

Por: David A. Gómez Ferreira
@davidgomezf

En todo un “argumento bizantino” se convirtió la propuesta de modificar el Artículo 14 de la Ley 1146 del 2007. Así lo demostró la Corte Constitucional al fallar en contra y, mantener la cátedra de educación sexual como obligatoria sólo para la educación secundaria y universitaria y no, para los niveles de preescolar y primaria.
Esta inadmisible proposición desató una disputa por la razón, a la altura de los programas humorísticos de Hollywood, entre la ministra de Educación, Gina Parody y el procurador general de la Nación, Alejandro Ordoñez. Ella, aseguraba que “con la implementación de la cátedra se podría prevenir la violencia sexual y aumentaría la atención integral a los niños víctimas de abuso sexual”; él, por el contrario, sustentaba que “impartir estas clases a los más pequeños generaría “consecuencias indeseables” e “incentivaría la curiosidad hacia conductas sexuales, acelerando la vida sexual de niños y adolescentes”. Para mi concepto señor Procurador, como le diría Lucas Tañeda a Chaparrón Bonaparte, “Estás en lo cierto”.
Este fallo de verdad, me deja tranquilo. No comprendo cuál es el afán del Ministerio del Ramo, de proponer iniciativas caprichosas, cuando hay muchas anomalías y necesidades educativas en las instituciones colombianas que deben ser atendidas “ipso facto”, y no malgastar el tiempo o “quemándose el cerebro” en propuestas absurdas que traerán consigo el aumento de la problemática más no, la solución. Acepto la opinión de la Ministra, entiendo su preocupación. Pero comparto el sentir del Procurador.
Asumo esta posición, primero, porque las instituciones deben contar con profesionales expertos en el tema para dictar esta cátedra de Educación Sexual a los más pequeños, que posean conocimientos de pedagogía, lúdica y didáctica, que utilicen el lenguaje y las actividades adecuadas, acordes al nivel de instrucción de los infantes (Colombia no cuenta con la cantidad de expertos en educación sexual para el número de instituciones en el país); termina entonces, el Estado atribuyéndole esta responsabilidad a los maestros y maestras de estos niveles educativos, quienes no poseen los conocimientos y no está dentro de su competencia o pertinencia, atender los casos que se presenten en sus estudiantes de violencia o abuso sexual. El docente debe detectar y reportar, más, los especialistas y las autoridades competentes son las que deben actuar psicológica y legalmente.
Segundo, quisiera conocer de parte de los “peritos” en diseños curriculares del MEN, el contenido temático que habían pensado para la Cátedra, me pregunto ¿qué le iban a enseñar a los niños y niñas durante todo el año? ¿cuál iba a ser la intensidad horaria? ¿cuál iba a ser la forma evaluativa y la metodología? ¿Bajo qué estándares se iba a en marcar? o es que ¿sólo se iban a dedicar a enseñarles a reconocer su cuerpo, a no dejarse tocar por extraños y autocuidarse? ¡Esto se enseña en la casa!
Y tercero, en la etapa de preescolar y primaria, todavía el niño presenta un alto grado de ingenuidad que debe ser guiada y vigilada por los padres y la escuela; por tanto, como lo expresó el procurador Ordoñez, no se puede acelerar la vida de los niños, mucho menos despertarle la curiosidad en cuanto a la sexualidad. Todo tiene su momento. Los responsables de la vida íntima de los niños son indudablemente los padres, que los niños sean víctimas de violencia o abuso sexual es descuido de ellos, su obligación es acompañarlos en todo sentido en los primeros años de vida.
Finalmente, lo que se debe hacer es vincular a los padres o acudientes a este proceso de formación relacionado con la educación sexual de los niños, no dejarle por completo la responsabilidad en una cátedra a la escuela; se debe concebir como una acción recíproca. En los primeros años de vida, el niño aprende en su hogar, éste es su primera escuela; que él diga ¡buenos días!, ¡gracias!, ¡por favor! es enseñado en el núcleo familiar, es allí donde se le enseña a tener educación y buena conducta; y es allí, donde él adquiere conductas de orientación sexual y autocuidado. En la escuela se refuerza. Soy consciente de la lamentable situación económica que viven muchos hogares colombianos, más aún, si geográficamente residen en áreas rurales. Muchos hoy día, son “absorbidos” por sus compromisos laborales lo que no les permite compartir o dedicar más tiempo a sus hijos. Asumir esa gran responsabilidad de formar íntegramente al niño, requiere de mucho amor, comprensión y respeto.