Por: David A. Gómez Ferreira
“El vivo vive del bobo”, esta es una
expresión popular que por más que uno no quiera, la va a seguir escuchando y
por mucho tiempo en este país tercermundista como lo es Colombia, donde
prevalece la astucia, la sagacidad, la avaricia y la inteligencia, pero de la
mala. Sino que lo digan aquellos protagonistas del robo de un cajero automático
en la capital del Atlántico con unas cáscaras de sandía, ¡Qué brillante idea,
no se me hubiera ocurrido! O aquellos que dan “Papaya” y son víctimas del
“Raponazo”; de las manos de aquellos seres humanos inigualablemente especialistas
en la antipatía e indoctos de la misantropía.
Pero hay más, ser “el vivo” no sólo se da en
las calles lastimosamente, se convirtió en cotidianidad. Sucede en todas partes
sin medir estratos económicos, se presenta en lo laboral, lo comunitario, lo
familiar; y lo más asombroso es que ya algunos dicen olímpicamente que es
cultural. ¡Qué orgullo de nuestra cultura!
Un caso en particular se da en la Educación
Básica, hay profesores que se creen “los vivos” culpando a sus colegas del Área
de Lenguaje, porque sus estudiantes no leen ni escriben bien, e incluso,
expresan: “Eso es tarea del docente de Lenguaje”. ¿Acaso es sólo tarea del
profesor de Lenguaje la enseñanza holística del estudiante? Si es así, díganme
en qué mundo estamos. Como información de contexto, a nivel nacional se habla de integralidad, creatividad,
innovación y estrategia pedagógica. Pero no se aplica. La lectura y la
escritura, son aspectos transversales para cualquier área so pretexto a los
contenidos específicos de cada asignatura, deben convertirse en una disposición
de evaluación los aspectos como la oralidad, la lectura y la ortografía; determinantes
para el éxito o el fracaso escolar.
Claramente, y con base a lo anterior, Herry Newman manifiesta que “la Educación
es el eje fundamental para exponer la totalidad del conocimiento de tal modo
que de ello resulte la aptitud para penetrar en cualquier terreno del saber”, pero
cómo se va a lograr, si en las aulas de clase se ha puesto en evidencia el poco
dominio de los estudiantes de la lectura y la escritura. En pocas palabras, la mayoría
no comprenden lo que leen y mucho menos escriben y quienes logran graduarse del
bachillerato llevan consigo un bajo nivel de comprensión, su lectura vacilante,
su pobre expresión escrita y su desinterés en el aprendizaje, siendo éstas
algunas de las principales preocupaciones de la Educación Superior.
Para los profesores,
rectores e incluso para los mismos padres de familia, esta es una situación alarmante.
Según el Ministerio de Educación Nacional (MEN) un 40 % de la comunidad
estudiantil de la Básica tiene problemas en escritura y muy significativamente
en ortografía. El problema radica que en Colombia la escuela no está formando
lectores, los niños decodifican pero sólo pueden hacer comprensiones elementales,
escriben textos muy sencillos y simples, su conocimiento está centrado en
textos con contenidos escolares, dejando por fuera los textos indispensables de
la interacción social.
Finalmente, los niños necesitan maestros que
lean y escriban correctamente y en algunos casos, ni lo uno ni lo otro. Deben
tener los conocimientos y la seguridad para corregir una palabra, frase u
oración mal escrita o mal pronunciada. El MEN a través de evaluaciones realizadas
en diversos Departamentos, ha descubierto que el desempeño de la lectura y la escritura
de los niños colombianos es muy deficiente y, esto tiene su correspondencia con
las dificultades de lectura y escritura de los profesores.
Los docentes
deben cambiar su visión de enseñanza, se debe pasar de una visión puramente
literal, donde la escritura es considerada como técnica de transcripción y la
lectura como técnica de decodificación, a llegar a ser procesos de
inferenciación para la formación del pensamiento, el análisis y la crítica. Además, deben hacerles entender a sus estudiantes que quienes
se interesan en la lectura no sólo se instruyen, sino que amplían su capacidad
cognitiva, se entretienen y activan su mente. La lectura hace que el ser humano
se conecte con el mundo, que estimule su capacidad de redacción, obtiene
fluidez y coherencia en sus ideas, mejora la ortografía y amplía su léxico.